Un adiós...y una falta de respeto

Tan solo hace un par de días que el mundo de la música en este país ha perdido a su gran poeta: Antonio Vega.

Como en muchas otras ocasiones, mi hermano mayor me enseñó a amar su poesía cantada. Ahora, mientras escucho uno de sus discos, no puedo evitar que en mi interior luchen, como si de gigantes se tratase, sentimientos muy dispares.

Por un lado, la tristeza...tristeza melancólica por la pérdida de uno de los más grandes compositores que ha habido en España (y, como dice Álvaro Urquijo, pasarán muchos años hasta que este país vea el nacimiento de otro Antonio Vega, si es que eso puede ocurrir), tristeza porque sus canciones se sitúan en momentos importantes ( y difíciles) de mi vida, tristeza porque la belleza de su creación no volverá a plasmarse en ningún papel en blanco, ni volverá a entonar las cuerdas de una guitarra, ni se subirá de nuevo a un escenario ( al menos en el plano terrenal).

Por otro lado, la indignación...sí, indignación por ver como a la discográfica Emi le ha faltado tiempo para sacar un recopilatorio del artista. Trabajo en una tienda de discos, y el miércoles por la mañana, mi compañero y yo comprobábamos horrorizados el anuncio del disco para este viernes, disco que, por supuesto, ha llegado hoy a primera hora.

¿Dónde ha quedado la ética? ¿la más mínima delicadeza hacia sus seres queridos? La indignación se apoderó de mi; me parece una total falta de respeto, no sólo hacia la persona de Antonio Vega, también hacia sus familiares, amigos y admiradores.

Deberían haber dejado pasar un poco de tiempo, pero ya se sabe que los buitres nunca dejarán de ser carroñeros.

Cheshire