martes, 5 de abril de 2011

Regreso

Cayó de rodillas sobre la arena. No supo calcular cuánto tiempo había estado corriendo. En su mente se mezclaba lo que parecía una eternidad con el grito instantáneo que se ahogaba en su garganta.

No quiso mirar atrás...pero tampoco fue capaz de levantarse. Le dolían los ojos y las lágrimas, a borbotones, buscaban el camino más corto que las llevase hasta el mar.

Su cuerpo terminó de desplomarse. El contacto frío de la arena en su rostro alivió la presión que martilleaba su cabeza.

Pronto saldría el sol...y mientras se sumergía en las redes de otras esferas, deseó y pidió (sin saber muy bien a quién) que no la encontraran.


Buenas noches,


Cheshire

domingo, 20 de febrero de 2011

Un trayecto

La lluvia no había dado tregua desde que iniciara su llanto la madrugada anterior. Odiaba conducir en esas circunstancias, el trayecto se hacía más largo y el tiempo parecía no transcurrir. Llevaba días con la mente ausente, muy lejos de aquel vehículo en el que se encontraba. Era consciente de que, en aquel momento, parecía estar dividida en dos: por un lado su cuerpo, pendiente a la carretera, mecánico en todo momento, concentrado en observar lo que ocurría delante, a los lados, detrás...por otro, su cabeza, tan distante, tan segura en ocasiones, tan perdida en otras...el agua resbalaba por la luna delantera y los parabrisas luchaban por ganarle la batalla...y todo iba más lento. Subió el volumen de la radio, la banda sonora de aquella película que le erizó el vello la devolvió a una extraña realidad; miró a su lado, tuvo la certeza de que el joven del vehículo iba en la misma situación personal que ella. Mientras recorría la larga avenida central se sintió en un bello momento cinematográfico, bello y doloroso momento. Se sintió aliviada al apagar el motor; abrió el paraguas, cerró el coche y se alejó por unas horas de su alma.
Buenas noches,
Cheshire

viernes, 11 de febrero de 2011

¿Deseas que te amen?

¿Deseas que te amen? no pierdas, pues, el rumbo de tu corazón...se despertó inquieta, con aquellos versos de Allan Poe resonando en su cabeza...
No estaba segura de qué le había hecho saltar en mitad de la noche, ni entendía por qué esas palabras que tanto le gustaban le provocaban en ese momento tal sensación de ahogo. Tal vez era el temor a que le hiciesen daño, el miedo a no poder controlar los sentimientos que nacían en su interior y que había intentado evitar por todos los medios. Se sentía expuesta...desnuda...y eso le provocaba esa inseguridad que tanto detestaba. En esos momentos deseaba huir, echaba de menos la comodidad de la rutina, de la soledad a la que estaba tab acostumbrada...y eso hacía que su enfado creciera por momentos.
¿Deseas que te amen?...el despertador la devolvió a la realidad...miró a su lado...allí estaba él...sintió en su cabeza la desazón provocada por soñar dentro de un sueño...y en su corazón aún permanecía esa pincelada de un dolor conocido años atrás.
Buenas noches,
Cheshire

domingo, 5 de diciembre de 2010

La luz de la 40

La luz dorada del atardecer inundaba el largo pasillo que tantas veces había recorrido. Ahora, sentado en uno de los solitarios bancos, rememoraba los cuatro años de una etapa a punto de finalizar.
Siempre había tenido la extraña impresión de no haber encajado por completo en la vida universitaria...pero esa sensación había cambiado en este último curso que ya tenía las horas contadas.
Habían sido meses de duro trabajo, de incontables horas pasadas en la pequeña habitación de la segunda planta a la que, irónicamente, denominaba "mi segundo hogar"...pero también había sido un año de aprendizaje, de multitud de experiencias que guardaría en su memoria, y de más de una risa con los compañeros, algunos a los que, después de tres años, había llegado a conocer.
El año no había sido diferente solo para él, también lo era para esa serie de personas que se habían cruzado en su camino ( las casualidades no existen...todo tiene un por qué). Conseguía despertar admiración entre los que le rodeaban, no solo a nivel profesional, también en el plano personal (algo aún más complicado)...su saber estar, su diplomacia, su templanza,...reunía cualidades que en más de uno desataba envidias, pero que en la mayoría provocaba el mismo sentimiento: se hacía querer.
Tenía el don de transmitir tranquilidad con una palabra, un gesto o, simplemente, una mirada...y, para muchos, ésto había significado su tabla de salvación en momentos en los que la oscuridad lo cubría todo (por algo lo habían bautizado como La luz de la 40).
Inspiraba confianza, ese valor tan difícil de encontrar en estos tiempos...tal vez por su discreción, tal vez por esa nobleza reflectada en sus ojos...tal vez por saber escuchar.
Aún quedaba un encuentro especial para despedir esa senda iniciada años atrás, y la alegría se mezclaba con una pincelada de melancolía en su interior...sentimiento compartido, muy probablemente, con los que se encontraban a su alrededor.
La tarde comenzaba a caer, dando paso a la noche en un baile de colores...pasillo silenciado de pasos, risas y tacones...ya en la calle, La luz de la 40 subía a su coche.
Buenas noches,
Cheshire

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Antiguos escritos


Otra noche en la que el sueño no quiere visitarme; he ido a dar una vuelta a la cocina, esa estancia de la casa que siempre está dispuesta a hacerte compañía. He girado la cabeza y estaba ahí, mirándome desde su palo, inmóvil. He observado que da igual la hora que sea, las dos de la tarde o las tres de la mañana, no importa, él siempre está despierto. Solo he acertado a hacerme una pregunta: ¿los pájaros sufren de insomnio?...Sigue mirándome, impasible, un poco cómplice, como si de alguna manera intentara decirme que él también sabe lo lentas que pasan las horas en el reloj cuando no puedes dormir. Le sostengo la mirada...¿qué pasará por la mente de un pájaro? (ni siquiera sé si eso puede suceder). Tal vez le gustaría volar lejos, salir de esa jaula que constituye la única vida que ha conocido y que seguramente conocerá (curiosa metáfora si la trasladamos al ser humano). Me descubro riéndome, lo más probable es que en su pequeña cabecita no esté ocurriendo nada, y tan solo me mira porque le molesta la luz que yo debería de apagar...y es lo que hago. Vuelvo a mi habitación, y tengo la certeza de que el pájaro ya se ha dormido.

Buenas noches,

Cheshire

miércoles, 13 de octubre de 2010

U2...mágico concierto

Mis vacaciones, como en todo en esta vida, están llegando a su fin. Dos semanas de asueto para desconectar y "cargar pilas". Mientras me voy haciendo el cuerpo para la vuelta al trabajo no dejo de pensar en el momento más maravilloso de los últimos quince días: el concierto de U2 en Sevilla.


La banda irlandesa ha formado parte de mi vida desde que tengo uso de razón y cuanto mayor me voy haciendo más me apasiona su música. He tenido la enorme suerte de poder verlos tres veces en directo (e intentaré seguir aumentando esa cifra siempre que tenga ocasión); la última de ellas, el pasado 30 de Septiembre en el Estadio Olímpico de la Cartuja, en Sevilla; una noche inolvidable que se ha convertido, sin duda, en uno de esos momentos irrepetibles que permanecerán para siempre en mi álbum personal. Una noche mágica por muchas razones: por las personas que me acompañaban, por ser la primera vez que actuaban en tierras andaluzas, por el entusiasmo de un público entregado...y por una banda sonora que consiguió que durante dos horas no existiese el tiempo.
Bono finalizó diciendo que había sido "una maravillosa, maravillosa noche"...estoy segura de que U2 se sintió tan a gusto como las 80.000 personas que abarrotaban el estadio.
Un concierto mágico que me sacó durante dos horas de mi realidad personal.

Gracias...

Miss Sarajevo


Buenas noches,

Cheshire

martes, 12 de octubre de 2010

Adiós a Manuel Alexandre


La primera vez que estuve en Madrid un gran amigo me llevó al legendario "Café Gijón", parada de escritores y poetas a principios del siglo XX y que aún hoy es lugar de tertulias para hombres de letras y cine. No es difícil ver a personajes de la escena por allí. Desde aquella primera vez he estado algunas más en el "Café Gijón" y siempre he visto a algún conocido, pero recuerdo con cariño aquella tarde, la primera; mientras saboreaba aquel café, envuelta por la esencia de aquel lugar maravilloso, me fijé en el grupo que se sentaba junto a la ventana, a mi izquierda. Entre ellos divisé a Manuel Alexandre, quien siempre me ha inspirado un gran cariño. No podía dejar de mirarlo, sus gestos tranquilos, su forma de observar,... Cuando ya me iba pasé junto a la mesa, su mirada tierna se posó en mi, y con una leve inclinación de su cabeza (y su perenne sonrisa en la cara) me saludó. Le devolví el gesto y salí del café, sintiéndome alguien especial.

Hoy, al conocer la noticia del fallecimiento del actor, una pincelada de tristeza me ha invadido...y ha venido a mi memoria el recuerdo de aquella maravillosa tarde en la que mi mirada se cruzó con la de Manuel Alexandre en el "Café Gijón".


Buenas noches,


Cheshire