Anoche tuve un sueño...soñé que paseaba por la 5ª Avenida; me paré frente
al escaparate de Tiffany's con un cruasán en la mano. Crucé la calle y noté la
mirada agresiva de De Niro desde el taxi.
Me adentré en la inmensidad de Central Park, donde un mimo, vestido de
Charlot, me regaló una flor.
En mi sueño continúo mi camino; a lo lejos me parece divisar la figura de
Jack Lemmon en la ventana de su apartamento...pero no me mira a mi...sus ojos
están clavados en Irma...la dulce...la de medias verdes, que se regodea con su
perrita en la esquina de enfrente.
Mis pasos me llevan hasta una boca de metro. Medio adormilada por el
traqueteo del vagón me encuentro absorta en mis pensamientos. Un detalle llama
mi atención...unas zapatillas rojas, limpias y brillantes, me devuelven al lugar
en el que me encuentro. La curiosidad por conocer quién las calza levanta mi
mirada...Judy Garland conversa animadamente con el Maestro del Suspense.
Salgo del metro y percibo levemente el inconfundible aroma de Chanel Nº5.
Me giro sobre mi misma...Marilyn, risueña, lucha (sin éxito) con el aire
juguetón que levanta su vestido.
Cae la noche, y las luces de Nueva York despiertan de su letargo. Junto al
puente de Brooklyn Woody Allen escribe historias, bajo la atenta mirada, fija y
silenciosa, de una de sus musas...¿será Scarlett?...tal vez Diane.
El frío comienza a arreciar. Desde algún punto me llegan las suaves notas
de un piano, que me absorben como si de un canto de sirenas se tratase.
Convertida en Ulises me aproximo hacia las pequeñas escaleras que se
esconden en un callejón oscuro.
El señor Bogart me invita a una copa y Sam me deleita con esa música que me
ha llevado hasta allí. Gilda se sienta a mi lado y, a escasos metros, Paul
Newman y Robert Redford juegan una partida de póquer.
Al salir del café una gélida brisa me acaricia el rostro. Estoy cansada,
pero prefiero no pararme...aún me queda una última visita. Gregory Peck se
ofrece a llevarme en su vespa (y, por un momento, parece que regresamos a los
años 50).
Desde el Empire State la ciudad se abre ante mis ojos...serena y
dormida...siempre atrayente.
Ewan McGregor me susurra una canción al oído...How wonderful life is, now
you're in the world...cierro los ojos y sonrío...es la magia del cine, te
permite seguir soñando...incluso estando despierta.
La confesión de Mirko, nueva novela
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Hola a todos. Con mucha ilusión y alegría os anuncio que ya está a la venta
mi segunda novela. Lleva por título La confesión de Mirko, una novela negra
per...
Hace 2 años
7 comentarios:
Maravillosa fantasía.
Precioso como siempre
Un abrazo
AH! Por cierto...bonita nueva cabecera.
XD
Gracias, corazón. Un besazo.
Me ha encantado. Un relato totalmente perfecto!
Me alegro de que te guste, guapi. Nos vemos pronto, un besazo.
Ya sé lo que hacía Audrey cuando miraba tras el cristal de Tiffany; no admiraba sus joyas sino que recreaba en su mente este maravilloso momento.
¡Bienvenida!
Cat street vuelve con sabor a NY, un abrazo
Gracias Carlos, tras un largo período de ausencia espero haber vuelto. Un beso.
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