miércoles, 19 de agosto de 2009

A solas

La soledad puede ser, en muchas ocasiones, un retiro voluntario; es, entonces, una bocanada de aire fresco en un ambiente de asfixia, en el que el silencio se convierte en tu mejor compañero de juegos, ausente y, a la vez, cercano, tan ajeno y tan próximo que hace que el tiempo se paralice en tu reloj de pulsera, perdiendo importancia ( o más bien ganando tanta que llegas a olvidarte de él). El lugar en el que te encuentras pasa a ser tu refugio, donde (en ese momento) nada ni nadie puede hacerte daño, donde tú mandas, tú decides, sólo tú te encuentras, a solas con tu soledad elegida.
Pero la soledad puede ser también tu peor enemiga... cuando no la buscas...cuando llama a tu puerta sin ser invitada...no va a preguntarte si puede quedarse a pasar la noche, simplemente se queda y, paradójicamente, prefieres prescindir de su compañía. Un poco tarde, ya se ha instalado.
A veces, sin ningún motivo, te sientes extraña, tal vez solo es consecuencia del cansancio del día, la falta de sueño o, simplemente, un momento malo, pero sabes que lo único que necesitas es llegar a tu casa y que te den un abrazo... giras la llave, entras y... no hay nadie, tan solo el vacío que juega a las cartas con la señorita soledad, que pasaba por allí y decidió quedarse a tomar el té. Visita inesperada, aguantas el tipo, habrá que atenderla hasta que se vaya.
Cheshire

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Doy gracias a Bastet porque en estos momentos soy yo quien va de visita a casa de la Sra. Soledad y no al contrario. No siempre fué así, por más escobas que dejase tras la puerta.

Gatuno dijo...

Se me pasó firmar el comentario anterior. Saludos!